31 de diciembre de 2014

Feliz Año Nuevo para todos... con mi natural optimismo


¿Año Nuevo, vida nueva?

Los ciclos de la vida no se rigen por relojes, cambios de estación ni fechas en el calendario, llega el 31 de Diciembre y pareciera que hay que ponerle punto final a lo se postergó los 364 días anteriores, con la esperanza de que al día siguiente, toda nuestra vida va a ser llenada con los consabidos propósitos de renovación.

¿Por qué dejamos para un final inventado, preguntas que nos podemos hace un 14 de Julio?

¿Por qué no aprendemos de lo mal hecho o, lo hecho a medias, un 21 de Mayo?

¿Por qué no agradecemos los encuentros, las bendiciones recibidas y las oportunidades un 25 de Abril?

¿Quién dijo que lo que no hice en once meses, tiene que resolverse de manera eficaz en una sola noche, simplemente por que está marcada en rojo en un calendario?

Yo no quiero ordenar mis ideas hoy, no quiero limpiarme de lastres hoy, no quiero dejar espacio para deseos y anhelos hoy. Quiero poder hacerlo el 16 de Septiembre, y otros pueden hacerlo el 31 de Diciembre pero no por decreto, sino por convencimiento.

El corazón es un músculo misterioso que no descansa a lo largo de todo un año, siente, sufre, palpita, añora, espera, recuerda... la rueda de la vida no se para hoy para volver a comenzar renovada mañana. Parece que el mundo entero nos exija asistir obligatoriamente a festejos, brindis, músicas estridentes, comidas opulentas, vino, cava, caras con sonrisa amplia y con el sello estampado de las fiestas.
Este último día puede llegar en un momento inoportuno, donde el ánimo no está para celebrar;  la agenda del mundo no tiene por qué coincidir  con el rumbo de nuestros sentimientos.

Los años me han hecho ser un tanto descreída con todas las celebraciones ordenadas o dictaminadas, quizás es un tanto impopular lo que he expresado, pero...

por qué no hacemos lo que nos dicta nuestro corazón en cualquier día del año?

por qué tiene que ser hoy un día diferente a cualquier otro?

por qué no tomamos decisiones por nosotros mismos, aún a costa de pagar un precio, y queremos pertenecer siempre al grupo mayoritario, si por dentro no lo sentimos...?

Para mí, el 2016 empezará el día que despeguen mis sueños, donde comience el sendero que me conduzca a mi camino, que tenga espacio suficiente para extender mis alas y el impulso necesario para cambiar e iniciar una nueva etapa.

No quiero malgastar mis energías en celebraciones que no siento, quiero reservarlas para ése día,  quiero que sea el comienzo de algo nuevo para mí.

Os deseo a todos que tengáis un día inventado por vosotros en vuestro calendario, para que comencéis el camino que os lleve a todo lo que deseáis.


Maryflor 





Ilustración de Anne Julie Aubry


 

28 de diciembre de 2014

Diciembre




Caspar David Friedrich 
Mañana de Pascua, 1828-1835
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid





Francesco Foschi
Paisaje invernal con caminantes, 1750-1780
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid






Edwin Deakin
Mañana de Navidad, hacia 1860
Crocker Museum
 Sacramento
 
 
 
 

Jan van Os
Paisaje de invierno. Escuela Holandesa, S. XVII
Colección particular





 Ippolito Caffi
Nieve y niebla en el Gran Canal, 1840
Museo d'Arte Moderna
Ca' Pesaro
Venecia 





Gustav Caillebote
Tejados nevados. 1878
Museo D'Orsay
 París






AVERCAMP, Hendrick
Escena de invierno en un canal, hacia 1608
Toledo Museum of Art
Toledo
Ohio





Ferdinand Ernst Oehme
Catedral en inverno 1821
 
 
 
 
 
 
Ito Shinsui
Noche de nieve 1923 





 
Paisaje de invierno con patinadores y trampa de pájaros, 1565
Musées Royaux des Beaux-Arts
 Bruselas
 
 
 
 
 
 
Jean Beraud
Vista nevada de la Ópera de París. 1879
 
 
 
 
 
 
 

BRUEGEL, Pieter el Viejo
El censo en Belén 1566
Musées Royaux des Beaux-Arts
 Bruselas
 
 
 
 
 

24 de diciembre de 2014

A mis padres


Ahora comprendo por qué
al promediar diciembre
mi madre se tornaba pensativa.
 Ahora comprendo su silencio
ahora comprendo su apatía.
Su caminar por las habitaciones
con la mirada buscando 
otras cosas, otras cosas,
lejanas y perdidas.
Ahora comprendo su voz
que se esforzaba por ocultar
esa lágrima indiscreta que rodaba
por sus mejillas arrugadas
en diciembre... en diciembre.
Quietud del tiempo 
que se detiene por un minuto 
al terminar diciembre
espejos que acusan las ausencias,
espacios que revelan un vacío.
Ahora comprendo
ahora que me lleno de recuerdos
ahora que mi sombra se desliza
por las habitaciones
de mi casa antigua
queriendo encontrar con mi mirada
esas cosas, esas cosas
que partieron con el último
minuto de diciembre.

María D'Abate

                                                                                         

Pintura de Danielle Richard







21 de diciembre de 2014

Haikus de las primeras nieves



Ha nevado esta noche.
El cielo gris, los tejados blancos.
el milagro al que nunca te acostumbras.






Bajo la nieve.
Las casas silenciosas.
Hasta los rencores duermen.






La nieve todo lo hermosea:
árboles, arbustos, caminos...
Cuando niño todo fue así.






De pronto, deja de nevar.

A lo lejos, por un camino
pasa un hombre.






Bailan en mi ventana copos tan pequeños

que la nieve parece una intención,
huída jubilosa.






Primeras voces en la calle,
el silencio de la nieve
casi ha terminado.



  


La otra vida
Haikus de la nieve, del agua, de la luz y de la niebla
Federico Jiménez Losantos

Fotografías del Pirineo Aragonés




19 de diciembre de 2014

Miro pasar las nubes


¿Qué fue de aquel muchacho que yo fui,
de los días aquellos en que era
cierto o posible todo y toda cosa
se encontraba al alcance de mi mano?

Miro pasar las nubes que la tarde
va moviendo en el cielo. En apariencia,
nada ha cambiado, pero qué distinto
me descubro a mí mismo si contemplo 
en el espejo del papel al hombre
que ahora intenta escrbir este poema.

Pasan las nubes, pasa el tiempo; pasa
la luz que del invierno por el cuarto
en el que escribo a solas. A lo lejos,
se oye el rumor del mundo. Late, aquí,
la realidad en silencio. Se diría
que es todo igual, más todo es diferente.
Y difícil. Y extraño. Ya no tengo
la juventud que tuve - o que soñé
que tuve -, aquella fe que mantenía
mi vida en vilo: tantas ilusiones.

Y muy despacio - y a la fuerza - aprendo
a ser el que ahora soy, a ir olvidándome
de lo que fuera mío y la corriente
del tiempo que me ha quitado.

Busco un poco
de paz, y, en esta nada, puedo acaso
decir que soy casi feliz. No pienso.
Acepto. Y vivo.

Pero a veces aún,
cuando miro las nubes que la tarde
va moviendo en el cielo lentamente,
me acuerdo de los días en que era
 cierto o posible todo y toda cosa
se encontraba al alcance de mi mano.

Y me pregunto con melancolía
que fue de aquel muchacho que yo fuí.


Eloy Sánchez Rosillo





Fotografía de Allan Pollok Morris




11 de diciembre de 2014

Con el manto de la discrección


Te amo en silencio, bajo el manto de la discreción y el disimulo. Soy la amiga que te anhela por lo bajo, amante que te visita en los sueños. La primera vez que te vi estábamos acompañados, pero me sentía a solas contigo.
Mis ojos hablaron  un lenguaje propio, y mis manos recordaron una antigua alianza en el pequeño instante que, sin querer, nos rozamos.

Mi voluntad, educada diplomática, sonríe y contiene lo inevitable, no quería traicionar, ni aventurarme en algo que parece una locura. Así permanezco, deseándote en secreto, manteniendo los pies en una tierra segura, tiene preferencia la formalidad, la misma que tiene a tantos otros heridos por el amor.

Mi historia es la que se escribe en el exilio, o en la cárcel en la que el reo ha sido confinado inmerecidamente. Una historia mutilada en el comienzo de su existencia, en el desgarro de lo que pudo ser y no fue.

Hubiera querido besarte, al menos una vez, para cerrar ese amor que buscaba abrirse camino en este mundo indiferente que había entre nosotros. Hubiera deseado abrazarte contra mi pecho, para sentir tu cuerpo, hubiera querido acariciarlo sin miedo, a plena luz.

Lo deseo tanto, tanto...

Pero mi deber, cruel dueño  de mi voluntad, me esposó, me abofeteó, me escupió sin piedad. No tuve la fuerza necesaria para seguir con mi deseo. Y así, muda y temerosa vivo en el destierro.

Ambiciono no soñar y que mis deseos descansen en una tumba lejana, pero, que al menos, reposen  en paz.


Maryflor





 Pintura de Harold Muñoz




5 de diciembre de 2014

Estar enamorado


Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.






Estar enamorado, amigos, es descubrir donde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.






 Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.


 



Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir la noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.

Francisco Luis Bernárdez