29 de octubre de 2014

Cómo me vas a explicar


¿Cómo me vas a explicar,
di, la dicha de estar tarde,
si no sabemos porqué
fue, ni cómo, ni de que ha sido,
si es pura dicha de nada?

En nuestros ojos visiones,
visiones y no miradas,
no percibían tamaños,
datos, colores, distancias.
De tan desprendidamente
como estaba yo y me estabas
mirando, más que mirando,
mis miradas te soñaban,
y me soñaban las tuyas.

Palabras sueltas, palabras, 
deleite en incoherencias,
no eran ya signo de cosas, 
eran voces puras, voces
de su servir olvidadas.

!Cómo vagaron sin rumbo, 
y sin torpeza las caricias!
Largos goces iniciados,
caricias no terminadas,
como si aun no se supiera
 en qué lugar de los cuerpos
el acariciar se acaba,
y anduviéramos buscándolo,
en lento encanto, sin ansia.
Las manos, no era tocar
lo que hacían en nosotros,
era descubrir, los tactos
nuestros cuerpos inventaban,
allí en plena luz, tan claros
como en la plena tiniebla,
en donde sólo ellos pueden 
ver los cuerpos,
con las ardorosas palmas.

Y de estas nadas se ha ido 
fabricando, indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.
Por eso no fue nada,
sé que esta noche reclinas
lo mismo que una mejilla
sobre este blancor de plumas
- almohada que ha sido alas - 
tu ser, tu memoria, todo,
y que todo te descansa, 
sobre una tarde de dos,
que no es nada, nada, nada.


Pedro Salinas





Pintura de Guillaume Seignac




 

24 de octubre de 2014

Por el camino de Swann


Marcel Proust comienza la redacción del libro, hacia 1908, es un burgués culto, un judío refinado, homosexual y asmático, al que la sociedad francesa no reconece como un verdadero escritor. 
"Mucho tiempo he estado acostándome temprano..." ¿Quién es el que habla: Yo, el Narrador, Proust?. No importa, a partir de aquí, el relato avanza lentamente, formando sutilísimos meandros, recorriendo el mapa sentimental de la memoria. Todo son matices, detalles, sugerencias, búsquedas, adivinaciones...
La estructura de la obra, según la crítica francesa habla de una "composición en rosetón". El principio de unidad es profundo, no evidente: la presencia constante del Yo que narra. Se repiten también una serie de temas: amor, celos, olvido, sueños, lenguaje...
La novela se desarrolla por ondas concéntricas alrededor de las sensaciones, los recuerdos que éstas despiertan y los cambios que ha ocasionado el paso del tiempo.

La búsqueda de Proust culmina en su análisis del tiempo: "sólo la memoria nos puede salvar de la discontinuidad, de la muerte. Pero no nos sirve para eso la memoria intelectual, voluntaria, que no conserva nada vivo, sino el recuerdo involuntario, inexplicable, que nos acomete de improviso, unido a una sensación". 

En el episodio más famoso de su obra, el narrador intenta refugiarse en los días felices de su infancia. Al principio, no lo consigue, recuerda algunas cosas concretas pero no logra revivir su niñez. Hasta que un día, sin darse cuenta, prueba una magdalena. En el gusto de ese bollito recupera todo lo que estaba buscando: "Cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo".

Al fondo de la obra de Proust late una dimensión simbólica universal, ¿qué vida humana no es, en cierta medida, una búsqueda del tiempo perdido?.


Crítica de Andrés Amorós
Por el camino de Swann, de Marcel Proust
Traducción de Pedro Salinas






"Yo me creía que si Swann hubiera leído mi carta y adivinado su finalidad se habría reído de la angustía que yo sentía; por el contrario, como mucho más tarde supe, una angustia semejante fue su tormento durante muchos años de su vida, y quizá nadie me hubiera entendido mejor que él; es angustia, que consiste en sentir que el ser amado se halla en un lugar de fiesta donde nosotros no podemos estar, donde no podemos ir a buscarle, a él se la enseñó el amor, a quien está predestinada esa pena, que la acaparará y la especializará; pero que cuando entra en nosotros, como a mí me sucedía, antes de que el amor haya hecho su aparición en nuestra vida, flota esperándole, vaga y libre, sin atribución determinada, puesta hoy al servicio de un sentimiento y mañana de otro, ya de la ternura filial, ya de la amistad por un camarada.  Y la alegría con que yo hice mi primer aprendizaje cuando Francisca volvió a decirme que entregaría mi carta la conocía Swann muy bien: alegría engañosa que nos da cualquier amigo, cualquier pariente de la mujer amada cuando, al llegar al palacio o al teatro donde está ella, para ir al baile, a la fiesta o al estreno donde la verá, nos descubre vagando por allí fuera en desesperada espera de una ocasión para comunicarnos con la amada. Nos reconoce, se acerca familiarmente a nosotros, nos pregunta que estamos haciéndo. Y como nosotros inventamos un recado urgente que tenemos que dar a su pariente o amiga, nos dice que no hay cosa más fácil, qué entremos en el vestíbulo y que él nos la mandará antes de que pasen cinco minutos. !Cuánto queremos al intermediario bien intencionado que con una palabra nos convierte en soportable, humana y casi propicia la fiesta inconcedible e infernal en cuyas profundidades nos imaginábamos que había torbellinos enemigos, deliciosos y perversos, que alejaban a la amada de nosotros, que le inspiraban risa hacia nuestra persona!. Y por una brecha inesperada entramos en estas horas inaccesibles de suplicio, en que ella iba a gustar de placeres desconocidos; y uno de los momentos cuyo sucederse iba a formar esas horas placenteras, un momento tan real como los demás, aún más importante para nosotros, porque nuestra amada tiene participación en él, nos lo representamos, lo poseemos, lo dominamos, lo creamos casi: el momento en que le digan que estamos allí abajo esperando. Y sin duda los demás instantes de la fiesta no deben ser de una esencia muy distinta a ése, no deben contener más delicias, ni ser motivo para hacernos sufrir, porque el bondadoso amigo nos ha dicho: !Si le encantará bajar! !Le gustará mucho más estar aquí hablando con usted que aburrirse allá arriba!. Pero, !ay!, Swann lo sabía ya por experiencia, las buenas intenciones de un tercero no tienen poder ninguno para una mujer que se molesta al verse perseguida hasta en una fiesta por un hombre a quien no quiere. Y muchas veces el amigo vuelve a bajar él solo".






"Y una vez que el novelista nos ha puesto en ese estado, en el cual, como en todos los estados puramente interiores, toda emoción se duplica y en el que su libro vendrá a inquietarnos como nos inquieta un sueño, pero un sueño más claro que los que tenemos dormidos, y que nos durará más en el recuerdo, entonces desencadena en nuestro seno, por una hora, todas las dichas y desventuras posibles, de esas que en la vida tardaríamos muchos años en conocer una cuantas, y las más intensas de las cuales se nos escaparían, porque la lentitud con que se producen nos impide percibirlas (así cambia nuestro corazón en la vida, y éste es el más amargo de los dolores; pero un dolor que sólo sentimos en la lectura e imaginativamente, porque en la realidad se nos va mudando el corazón lo mismo que se producen ciertos fenómenos de la naturaleza, es decir, con tal lentidud, que aunque podamos darnos cuenta de cada uno de sus distintos estados sucesivos, en cambio se nos escapa la sensación misma de la mudanza)".






"De todas maneras de producirse el amor y de todos los agentes de diseminación de ese mal sagrado uno de las más eficaces es ese gran torbellino de agitación que nos arrastra en ciertas ocasiones. La suerte está echada, y el ser que por enconces goza de nuestra simpatía se convertirá en el ser amado. Ni siquiera es menester que nos guste tanto o más que otros. Lo que se necesitaba es que nuestra inclinación hacia él se transformara en exclusiva. Y esa condición se realiza cuando -al echarle de menos- en nosotros sentimos, no ya el deseo de buscar los placeres que su trato nos proporciona, sino la necesidad ansiosa que tiene por objeto el ser mismo, una necesidad absurda que por las leyes de este mundo es imposble de satisfacer y difícil de curar: la necesidad insesata y dolorosa de poseer a esa persona". 






"Y con ademán que, sin duda, era habitual en ella y que se cuidaba mucho de no olvidar en aquellos momentos porque sabía que le sentaba bien, parecía como si necesitara un gran esfuerzo para retener su rostro, igual que si una fuerza invisible la atrajera hacia Swann. Y Swann fue el que lo retuvo un momento con las dos manos, a cierta distancia de su cara, antes de que cayera en sus labios. Y es que quiso dejar a su pensamiento tiempo para que acudiera, para que reconociera el ensueño que tanto tiempo acarició, para que asistiera a su realización, lo mismo que se llama a un pariente que quiere mucho a un hijo nuestro para que presencie sus triunfos. Quizá Swann posaba en aquel rostro de Odette, aún no poseído ni siquiera besado, y que veía por última vez esa mirada de los días de marcha con que queremos llevarnos un paisaje que nunca se volverá a ver".






"Y es que una pasión acciona sobre nosotros como un carácter momentáneo y diferente que reemplaza al nuestro verdadero y suprime aquellas señales externas con que se exteriorizaba.
La mayoría de las personas que conocemos no nos inspiran más que indiferencia, de modo que cuando en un ser depositamos grandes posibilidades de pena o de alegría para nuestro corazón, se nos figura que pertenece a otro mundo, se envuelve en poesía, convierte nuestra vida en una gran llanura donde nosotros no apreciamos más que la distancia que de él nos separa".






"Como las distintas circunstancias casuales que nos ponen delante de  una persona no coinciden con el tiempo de nuestro amor, sino que unas veces orurren antes de que nazca y otras se repiten después que ha terminado, esas primeras apariciones que hace en nuestra vida un ser destinado a gustarnos mas adelante toman, retrospectivamente, a nuestros ojos un valor de presagio y aviso.
Y, aun estando en París, eso es lo que yo veía, y no las cosas que yo tenía a mi alrededor. Hasta si se mira desde un punto de vista realista, ocupan más espacio en nuestras vida las tierras que a cada momento deseamos que aquella en la que realmente vivimos.
La contradicción que hay en buscar en la realidad los cuadros de la memoria, porque siempre les faltaría ese encanto que tiene el recuerdo y todo lo que se se percibe por los sentidos. La realidad que yo conocí ya no existía. Bastaba con que la señora de Swann no llegara exactamente igual que antes, y en el mismo momento que entonces, para que la Avenida fuera otra cosa. Los sitios que hemos conocido no pertenecen tampoco a ese mundo del espacio donde lo situamos para mayor facilidad. Y no eran más que una delgada capa, entre otras muchas, de las impresiones que formaban nuestra vida de entonces, el recordar una determinada imagen no es sino echar de menos un determinado instante, y las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años".





   
Pinturas de Frédéric Soulacroix



Intenté leer varias veces el libro y, hasta ahora, no había llegado a terminarlo.
Os lo recomiendo si no lo habéis leído todavía, y si nos os interesa, no importa, sólo hay que esperar el momento adecuado.





22 de octubre de 2014

Amante


Es igual que reír dentro de una campana:
sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.
Con gesto vas gastando la noche de tu cuerpo
y yo te transparento: soy tú para la vida.  

No se acaban tus ojos; son los otros los ciegos.
No te juntan a mí, nadie sabe que es tuya
esta mortal ausencia que se duerme en mi boca,
cuando clama la voz en desiertos de llanto.

Brotan tiernos laureles en las frentes ajenas,
y el amor se consuela prodigando su alma.
Todo es luz y desmayo donde nacen los hijos, 
y la tierra es de flor y en la flor hay un cielo.

Solamente tú y yo (una mujer al fondo
de ese cristal sin brillo que es campana caliente),
vamos considerando que la vida..., la vida
puede ser el amor, cuando el amor embriaga;
es sin duda sufrir, cuando se está dichosa;
es, segura, la luz, porque tenemos ojos.

Pero ¿reír, cantar, estremecernos libres
de desear y ser mucho más que la vida...?
 No. Ya lo sé. Todo es algo que supe
y por ello, por ti, permanezco en el Mundo.


Carmen Conde





 Ilustración de Rebecca Dantremer
                                                  





17 de octubre de 2014

Como el vilano


Hermoso es el reino del amor,
pero triste también.
Porque el corazón del amante
triste es en las horas de la soledad,
cuando mira los ojos amados
que inaccesibles se posan en las nubes ligeras.

Nació el amante para la dicha,
para la eterna propagación del amor,
que de su corazón se expande
 para verterse sin término
en el puro corazón de la amada entregada.

Pero la realidad de la vida, 
la solicitación de las diarias horas,
la misma nube lejana, los sueños, el corto vuelo inspirado del juvenil corazón que él ama, 
todo conspira contra la perduración sin descanso de la llama imposible.

Aquí el amante contempla
el rostro joven
el adorado perfil rubio,
el gracioso cuerpo que reposado un instante en sus brazos descansa.

Viene de lejos y pasa,
y pasa siempre,
y mientras ese cuerpo duerme o gime de amor en los brazos amados,
el amante sabe que pasa,
que el amor mismo pasa,
y que este fuego generoso que en él no pasa
 presencia puro el tránsito dulcísimo de lo que eternamente pasa.

Por eso el amante sabe
que su amada le ama
una hora, mientras otra hora sus ojos
leves discurren
en la nube falaz que pasa y se aleja.

Y sabe que todo el fuego que común se ha elevado
sólo en él dura. Porque ligera y transitoria es la muchacha
que se entrega y se rehúsa,
que gime y sonríe.  

Y el amante la mira
con el infinito amor de lo que se sabe intantáneo.
Dulce es, acaso más dulce, más tristísimamente dulce,
verla en los brazos
en su efímera entrega.

"Tuyo soy -dice el cuerpo armonioso-,
pero sólo un instante.
Mañana,
ahora mismo, despierto de este beso y contemplo
el país, este río, esa rama, aquél pájaro"

Y el amante la mira
infinitamente pesaroso -glorioso y cargado-.
Mientras ella ligera se exime,
adorada y dorada
y leve discurre.
Y pasa, y se queda. Y se alza y vuelve.
Siempre leve, siempre aquí, siempre, allí, siempre.
Como el vilano.


Vicente Aleixandre





Pintura de Jeremy Mann





10 de octubre de 2014

El amor



"El amor, tanto en la ansiedad dolorosa como en el deseo feliz, es la exigencia de un todo. Únicamente nace y subsiste si queda una parte por conquistar. Sólo se ama lo que no se posee por entero".


Will Rrogers



 

Fotografía de Agnieszka Lorek




"En su primera pasión, la mujer está enamorada del ser amado, en todas las demás, sólo está enamorada del amor".


Lord Byron




 
Fotografía de Erwin Olaf




"El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar".  


Alejandro Dolina





Fotografía Simon Procter




"Hay algo hermoso, poético y conmovedor cuando una persona ama más que el otro, y el otro es indiferente". 


Antón Chëjov





Fotografía de Noell S. Oszval's




"La decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, porque contiene dentro de sí la rendición".
 


Emil Ludwig





Fotografía de Oleg Oprisco




"Los que más han amado al hombre le han hecho siempre el máximo daño. Han exigido de él lo imposible, como todos los amantes".


Friedrich Nietzsche





Fotografía de Doris Kloster




"El amor es la ocasión única de madurar, de tomar forma, de llegar a uno mismo a ser un mundo para el amor del ser amado."


Rainer Maria Rilke 




 

Fotografía de Juli Kirsanova




"Cuando nos vimos por primera vez, no hicimos sino recordarnos. Aunque te parezca absurdo, yo he llorado cuando tuve conciencia de mi amor hacia ti, por no haberte querido toda la vida".


Antonio Machado





Fotografía de Sarah Moon 



9 de octubre de 2014

La esperanza



"Yo sé que mi esperanza de que el tiempo se presente de la manera que quiero, no tiene sentido. Pero me hace sentir mejor".

Jim Connolly


La esperanza ¿es un premio o un castigo? Es cierto que cuando no tenemos espezanza nos deprimimos, nos damos por vencidos, e incluso podemos querer morirnos. Ella es la que nos levanta por las mañanas, y la que nos lleva a tejer estrategias que nos ayudan a actuar sobre nuestros objetivos. Es una de esas palabras que atraen buenos sentimientos, por lo tanto, la esperanza es buena... bueno... más o menos. A todos nos han preguntado alguna vez ¿crees que lo lograrás? y hemos respondido con un suspiro: !Eso espero!. Pero este tipo de esperanza no puede ayudarnos a cambiar, nos sentiremos mejor, pero si no tenemos un plan de acción, lo más probable es acabar en fracaso.

Mi forma de ser es esencialmente realista, me gusta soñar, pero siempre soy consciente de que es eso, sólo un sueño. Muchas veces he pensado que la esperanza supone la rendición de la voluntad, el abandono a conocer la verdad, a asumir la derrota de uno mismo, a pensar que a partir de ahora alguien tendrá que hacer las cosas por mí, o eso espero, pues yo ya soy incapaz. Es esperar la llegada de lo imposible, la llegada de aquello que solucionará mis problemas, y si llega, lo atribuiré a un milagro, siendo ya el colmo de los colmos, el autoengaño total. Eso si, tiene un efecto sedante bastante agradable. La esperanza es aquello que nos sume en una parálisis del espíritu, es como vender la voluntad a Dios, sin embargo, hasta la persona más voluntariosa espera algo, aunque sea de sí mismo. El hombre libre lo espera todo de su tenacidad, de una esperanza que no es nada irreal sino que pisa suelo firme y que puede que se eleve o no, que plantará batalla al enemigo, que quizá muera, pero morirá libre.

El hombre de empeño yergue la vista hasta donde puede alcanzar, sus ojos ven, sin embargo, el hombre de la espera, es un hombre rendido, que mira a muchos sitios pero no a sí mismo, la fuerza de su esperanza es tan fuerte como la impulsividad del orgulloso, pero esa fuerza es como tirar una piedra hacia arriba, al caer acabará golpeándole. La esperanza desposeída de toda ceguera, la esperanza castrada de todo deseo de que otros nos solucione los poblemas, eso es la voluntad, el verdadero motor que nos empuja a crear, a avanzar, la única capaz de hacernos soberanos.

¿Cuántas personas hemos puesto nuestra esperanza en el amor? ¿Qué es mejor?: ¿qué te rompan el corazón de una vez? cuando te dicen que nunca estaremos juntos, que te olvides de mí, versión cruel;  o que no sea claro y una se quede esperanzada, ilusionada y atenta a cada llamada, pensado que la persona volverá en cualquier momento, versión final abierto.

Odio los finales abiertos, los detesto.

Así llega el insigne tiempo de ahí me quedé yo, ESPERANZADA, pensando que nuestra historia no podía haber terminado; la esperanza en este contexto, no es, sino  las ganas de que todo vuelva a ser como antes, como cuando eras feliz.

Analizando y atando cabos, mi pregunta sigue siendo la misma: la esperanza en el amor ¿es un premio o un castigo? 

Maryflor 





Pintura de Ivan Alifan Jdanov