La vida no es fácil, implica riesgos, nos somete a pruebas que desconocemos, encontrando infinidad de obstáculos y realidades que nos marcan para el resto de nuestra vida. Sufrimos por lo que desearíamos que fuera y no es, por lo que esperábamos que hubiera sido y no fue, por lo que queremos que sea y no llega, nos anclamos a los recuerdos dolorosos con tal intensidad, que llegamos a creer que nuestra vida es sólo eso. Nunca estamos preparados para las situaciones inesperadas, pero eso es lo que nos forja como personas, la forma en que nos enfrentamos a la vida. A veces, nos resulta tan complicada, que depende de la fortaleza que tenemos para afrontar nuestro dolor y encontrar la salida, pero esto es diferente en cada uno de nosotros, depende de las situaciones que nos toquen vivir, de nosotros mismos, y de nuestro carácter.
Todas estas circunstancias intervienen en nuestra vida, dejando cicatrices que seguramente ahí se quedarán para siempre, heridas de angustia, carencia, tristeza, desengaño, y un dolor que prevalecerá latente transformando nuestras vidas. El sufrimiento se ha apoderado de nosotros, nos ha tomado de la mano convirtiéndonos en su compañero inseparable, impidiendo nuestra superación personal, es decir, nos estanca, no podemos decidir con claridad, cometemos los mismos errores una y otra vez. Somos incapaces de controlar nuestros pensamientos, lo que ocurrió ya pasó, pero dejó una herida que se convirtió en un martillo sobre un clavo, que a base de golpes profundiza en el agujero.
El sufrimiento emocional nos indica que quizá estamos aguantando algo que deberíamos dejar, tal vez hemos de aprender a decir no, o sí, o a poner limites, pero la mayoría tomamos la decisión de huir, éste se acumula en nuestro interior hasta que uno se encuentra deprimido o con necesidad de explotar o, lo que es peor, nos debilita, nos hace tan frágiles que llega un momento en que nos produce una grieta interna, nos embota la mente, nos acostumbramos a él y buscamos respuestas. Entonces empezamos a preguntarnos por las razones de por qué sufrimos, y a continuación, lo justificamos, anestesiándonos.
El dolor esta relacionado con algo, con una experiencia, con una persona, respecto a algo que poseemos o no poseemos, el sufrimiento no existe por si solo; como el temor, tampoco puede existir por si solo. Hay personas que son capaces de enfrentarse a la adversidad con valentía y sacar algo positivo, porque descubren en ellos una fuerza que no creían tener, otras en cambio, encaran la situación con coraje, pero no son capaces de superarlo. En mi opinión la frase tan repetida de que el sufrimiento te hace más fuerte es mentira, el sufrimiento en sí no nos hace más fuertes, termina por replegarnos.
Como todos nosotros, a lo largo de mi vida, he sufrido padecimientos que he tenido que ir asumiendo como he podido, pero que me han dejado profundas cicatrices emocionales. No quiero ser una persona pesimista, pero es difícil encontrar sosiego interior, es difícil no venirse abajo, es difícil aguantar lo que te está ocurriendo. Soy afortunada en muchas cosas que no valoro suficientemente, pero me hubiera gustado que el dolor no me hubiera hecho cobarde, no me hubiera hecho retroceder y, no me hubiera hecho detenerme, pero así ha sido.
Este es un sentimiento intransferible, nadie puede hacer nada por nosotros, es un camino que debemos recorrer solos; una vez leí que para evitar que una mariposa sufra al salir del capullo, la ayudamos a abrirlo, la mariposa no utiliza su propia fuerza, sus alas se debilitan y muere. Es ella la que debe atravesarlo para fortalecerse y así poder volar.
Maryflor
Maryflor
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