... Cayeron las primeras nieves, tras ellas las segundas, las terceras y durante largo tiempo se extendió el invierno con sus crujientes heladas, montones de nieve y carámbanos de hielo. Odio el invierno, y no me creo a los que dicen que les gusta: frío en la calle, humo en las habitaciones, humedad en los zuecos. Un día severa como una suegra, otro lloroso como una solterona; el invierno aburre muy rápidamente con sus mágicas noches de luna, sus paseos en troika, sus cacerías, sus conciertos y bailes. Dura demasiado y acaba envenenando más de una existencia desamparada y tuberculosa.
... Hubiera dado todo con tal que en un pulmón de aquella muchacha dejaran de resonar los malditos jadeos. !Tanto él como ella tenían tantas ganas de vivir! Había salido el sol para ambos y aguardaban la luz del día... Pero el sol no los libró de las tinieblas y... !las flores no florecen cuando el otoño está avanzado!..
Antón Chéjov
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