Los pájaros son el recuerdo cotidiano
de la atadura que nos une a la tierra
diariamente.
Son el espejo en el que se refleja
esa distancia, siempre irreconciliable,
del hombre con su piel.
Ellos
son ese sueño cercano e inaccesible
de crueldad bellísima.
Tiernos e indiferentes,
y desconocedores
de todas las palabras
que inventamos nosotros
para poder volar:
Escucha:
Escucha:
¿No percibes su corazón acelerado?
Oye cómo bombea
ese aire que en nosotros se estanca
y se hace pensamiento.
Ellos
reinventan el viento día a día
mientras tú y yo seguimos
intentando entender
el porqué de su vuelo,
que se acerca a llamarnos
y se aleja después.
Para nosotros
el deseo es un pájaro caído
incapaz ya de atravesar el aire.
Para ellos
nosotros somos la amenaza que se olvida
al recobrar el cielo en un instante.
Míralos allá arriba,
intentemos
hacer de la mirada un ángel redimido
un segundo tan sólo.
Luego,
nuestras pisadas
nos traerán a la tierra nuevamente
y volverán a caer, algunas veces,
como una sombra cargada de muerte silenciosa,
sobre la hormiga,
que sólo mira al suelo.
que sólo mira al suelo.
Del libro Jazz, Beatriz Villacañas
Pintura de Vasil Karadimov
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