"Te advierto, quien quiera que fueres,
Oh! tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza,
que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas,
tampoco podrás hallarlo fuera.
Si tu ignoras las excelencias de tu propia casa,
¿cómo pretendes encontrar otras excelencias?
En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros.
!Oh hombre, conócete a ti mismo
y conocerás el universo y a los Dioses"
Inscripción en el antiguo Templo de Delfos
Vivimos un tiempo en el que se nos demanda disfrutar de las sensaciones que nos ofrece la vida, el mundo y el hedonismo, nos hemos olvidado de lo más importante: nosotros mismos.
Creemos conocernos, pero ¿sabemos en realidad quiénes somos, y para qué hemos venido al mundo? Nuestro nombre nos lo dieron, nuestro cuerpo es prestado, los conocimientos los adquirimos, entonces, ¿existe algo más triste que pasar por la vida ignorando el motivo de nuestra existencia?.
Necesitamos conocernos a nosotros mismos para suprimir aquello que nos sobra y alcanzar aquello que nos falta, si es que queremos terminar con el mundo banal en el que vivimos.
Quien no se observa no se conoce, y quien no se conoce no puede cambiar.
El sentido de la auto-observación se encuentra anquilosado, nos hemos formado falsos conceptos sobre nosotros mismos, suponemos que poseemos tales o cuales cualidades que en realidad no poseemos, y muchas virtudes, que poseemos y lo ignoramos; pero el camino que nos ha de llevar a vivir en plenitud, no sólo comprende la observación de nuestro interior; el segundo paso exige comprender, entendernos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean, sin juicios ni sentencias; y el tercero es cribar, es decir, descartar de nuestra vida esos lastres que cargamos y, que la mayoría son impuestos por nosotros mismos.
Las cosas más importantes de la vida, empiezan en tu interior.
Maryflor
"No vayas fuera, entra en ti mismo; en el hombre interior habita la verdad"
San Agustín
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