Hay
días en los que deseo quedarme en mi casa sin hacer nada. Sin hacer
nada de importancia, nada que me cueste esfuerzo, nada que tenga que
fingir ante los demás una actitud que no tengo en ese
momento.
Quiero
descansar, dejarme llevar, no luchar, mirar la vida como pasa desde la ventana, tener a mi lado una persona que me sostenga, sí, que me
lleve de la mano y me haga volver a sentir que nada malo puede
ocurrir.
En
mi vida perdoné errores imperdonables, he intentado sustituir
a personas insustituibles, y olvidar momentos inolvidables.
Hice
cosas por impulso, me decepcionaron, también decepcioné.
Abracé
para proteger, cuando era yo la que necesitaba protección, me reí
cuando no tenía ganas.
Amé
pero fui rechazada, me amaron pero rechacé; conocí la felicidad
auténtica aunque sólo fuera por un instante. Conocí el amor de los
diecisiete años, creí olvidar, pero siguió en la sombra.
He
llorado escuchando música, oliendo un perfume, llamé sólo para
escuchar su voz, pensé que moría... pero quién sabe, he muerto
tantas veces.
Tuve
pánico de perder a alguien especial, lo perdí, sobreviví y todavía
sigo viva.
Sí,
a veces quiero mirar la vida desde mi ventana, pero sigo no pasando
por la vida, seguiré perdiendo con clase y luchando con osadía;
sola o acompañada.
Pintura de Jack Vettriano
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